El sábado día 19 de diciembre visitamos el Museo expresionista Jorge Rando, situado en la calle Cruz del Molinillo, 12, con su extraordinario mandarino centenario. El Museum Jorge Rando, anexo al Monasterio de las Mercedarias, se erige como la primera institución en España dedicada al estudio y difusión de la poética expresionista en todas sus facetas, desde los decenios finales del siglo XIX hasta el presente.
El edificio, construido según el diseño del arquitecto D. Manuel Rivera Valentín en 1878, fue inaugurado en el año 1893 y está considerado una edificación emblemática de interés artístico preferente.
En el patio, da sombra y belleza el mandarino del que nuestro vicepresidente nos habló con su amena y entendida charla: explicó la historia de los cítricos desde Teofrasto (371-287 a. C.), su procedencia (“manzanas médicas”), cidro descrito por Plinio (s. I) resaltando su fragancia –no eran comestibles-. Existen asimismo documentos en la Málaga musulmana y en la Córdoba califal (el naranjo amargo y el limón fueron introducidos por los árabes durante los siglos X y XI). Nos ilustró, muy a propósito pues estábamos en un museo, con la aparición en la pintura renacentista de estos frutos, en el siglo XV italiano (Ghirlandaio, Botticelli, Mantegna…).
Mediante un didáctico esquema de la genealogía de los cítricos aprendimos los conceptos de selección, cruzamiento, injerto y transgenesia. El mandarino concretamente procede de la naranja dulce (que llega Portugal en 1548) y de la mandarina silvestre; aparece en el siglo XVIII y se extiende en el XIX. También nos habló Ernesto de la bergamota, cítrico que dio origen al agua de colonia.
Practicamos la medición de un árbol calculando la pendiente por trigonometría ¡gracias al móvil! Este mide 4 metros y puede tener 150 años.
Fue una agradable y provechosa mañana otoñal ¡Incluso aprendimos el arte del injerto!
En cuanto a la exposición “Ernst Barlach. Figura de un futuro mejor” es la primera exposición magna del escultor expresionista en España, con más de 140 obras. Esta exposición recorría las etapas creativas de un artista que revolucionó el panorama escultórico contemporáneo simplificando las formas, reduciéndolas a su esencia en un camino hacia la abstracción que lo encumbró como uno de los máximos exponentes de la escultura.
Se trataba de un encuentro entre la escultura de Ernst Barlach (1870-1939) y la pintura de Jorge Rando (1941): “Un cruce de caminos de dos miradas artísticas separadas por cien años pero que mantienen esa necesidad de encontrar en el Arte un camino hacia la espiritualidad. Una visita que demanda esa contemplación muda, ese silencio al que Barlach acude de manera constante en sus escritos. Un silencio que permita percibir esa llamada que nos invita a ver, a pensar y a sentir. Una exposición cuyo indiscutible valor estético transciende esa parcela visible del ser humano para transformarla, de manera fascinante, en Arte”.
Barlach vivió la Revolución industrial; un viaje a Rusia en 1906 le descubrió en los campesinos y los mendigos de aquella estepa previa a la Revolución de Octubre la pureza sin máscaras del ser humano. En la Sala 4 del museo podemos observar obras como ‘Mendigo con muletas’, concebido por el mismo Barlach como un icono de la Modernidad, o “Mendiga rusa con cuenco”… La Sala 3 está protagonizada por la obra gráfica de Barlach acompañada de esculturas como “El Caminante”, que presenta a un peregrino caminando contra el viento. Parece ensimismado, en desconexión total con el mundo, abstraído de la realidad – una condición que Barlach anhelaba para sí mismo-.En la Sala 2, la figura de “El Vengador”, representante del fervor belicista de principios de siglo, contrasta con la representación del dolor de la barbarie de La Gran Guerra, dramatismo que trasladó Barlach a la escultura en obras como “El Ángel Colgante”, convertido hoy en un icono del pacifismo: destinó su arte a advertir al futuro de la necesidad de rehuir la guerra y alcanzar la paz.
Las otras salas del museo nos permitieron un recorrido por las diferentes etapas creativas del pintor Jorge Rando en su intensa búsqueda de la espiritualidad en la pintura. Maternidades, Horizontes verticales bucean incansablemente en la naturaleza humana a través del concepto filosófico del pintor y el lenguaje de la mancha y la línea, la luz y el movimiento.
Fuimos guiados muy acertada y amablemente por dos colaboradores del museo, quienes nos mostraron al final el Atelier “abierto de caballetes manchados, tubos retorcidos y lienzos en blanco para que los artistas dispongan de un estudio cuyas paredes susurran que el triunfo del pintor está en pintar”.
Desde aquí les damos otra vez las gracias al museo y a su creador Jorge Rando, así como nuestra felicitación por haber obtenido el premio Ernst Barlach 2016, uno de los galardones más prestigiosos que concede Alemania en el ámbito de las artes.