Visita al Museo del Vidrio

Museo_vidrio2Una casona del S. XVIII, cuidadosamente restaurada, alberga una colección de 3.000 piezas.  Pero sólo 1200 están a la vista, de momento, a la espera de una posible ampliación del museo.

Nada más entrar nos sorprende una colección de vidrieras prerrafaelitas, entre ellas Melpómene, diosa de la tragedia griega.  En el piso superior, las piezas más antiguas griegas, fenicias o egipcias, romanas, bizantinas e islámicas.

Avanzando por la historia, bellísimas copas “de matrimonio” que permanecían una sobre otra unidas “para siempre”. Piezas de La Granja de San Ildefonso, con talla dorada y piezas pequeñísimas, muy costosas de tallar.

Alfombras, carnets de baile esmaltados, un tocador portátil, una lámpara que fue de Eugenia de Montijo, un costurero, un piano en perfecto uso, una vidriera de Violet le Duc. Todo en su sitio, con orden y estética, como si de una vivienda muy, muy bien decorada se tratase.

El patio porticado es lugar de reposo donde la luz y las plantas ofrecen el complemento ideal a las vitrinas repletas de piezas de cristal de las fábricas inglesas y europeas modernas. Ya no se fabrican estas piezas por su elevado coste y porque ha decaído su uso en la vida actual.

No nos vamos sin conocer la diferencia entre cristal y vidrio y sin pasar al jardín, un jardín moderno, donde Ernesto, nuestro vicepresidente, identifica las buganvillas, callistemon (limpiatubos), washingtonias y unas glicinias que en su día harán túnel.  Todo esto, nos dicen, compone un jardín florido. Tendremos que volver en tiempo de floración.

Cualquier momento es bueno para disfrutar de esta impresionante colección.